lanacion.com | Espectáculos | Viernes 25 de octubre de 2013 | Publicado en edición impresa
Metrópolis
Joya renovada del expresionismo
El film de Fritz Lang revivió con la música de Martín Matalón
Por Néstor Tirri | Para LA NACION
Semanas atrás, en el cierre del Festival de Cine Alemán en el Village Recoleta, el film Berlín, sinfonía de una gran ciudad (1927), exhibido con acompañamiento musical en vivo, deparó 70 minutos inolvidables. Un impacto similar produjo, en un Colón desbordado de espectadores entusiastas, Metrópolis , título coetáneo del mencionado film de Walther Ruttmann, una prueba más de que el reciclamiento de films mudos con música contemporánea es algo irresistible. La presentación de la célebre película de Fritz Lang (1925), con sostén de la partitura del argentino Martín Matalón -que interpretó el ensamble español BCN216, con dirección del autor-, reeditó el éxito que esta misma confluencia fílmico-musical había logrado en 1996, cuando se estrenó. Pero ésta es otra versión.
Una experiencia nueva, en efecto; Metrópolis fue recientemente re-restaurada a raíz del hallazgo, en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken de Buenos Aires, de un fragmento perdido, lo que extendió su metraje. Por lo cual Matalón debió componer 25 minutos más de música para adaptar el acompañamiento a la actual dimensión del relato fílmico. La nueva es una partitura para 16 instrumentos y banda electrónica, rica en sonoridades que alternan graves profundos con sutiles filigranas de arpa o xilofón, y vigorosos estallidos de percusión.
La concepción fantástica o anticipatoria de la trama del film, así como su proyección filosófica sobre el destino de los hombres en el marco de la civilización urbana, es una ambiciosa alegoría: el ejercicio del poder, la mecanización deshumanizada del trabajo y tópicos afines, todo atravesado por una visión redencionista de la humanidad. Esto último conforma el costado romántico, casi melodramático del film (responsabilidad de Thea von Harbou, la guionista-esposa de Lang), que contrasta con la avanzada concepción plástica de esta gigantesca empresa visual. «El mediador entre el cerebro y la mano debe ser el corazón», proclama la mística Maria (la increíble Brigitte Helm).
Para esta exhibición con música en vivo, un ámbito como el del Colón resultó ideal, como para reeditar el clima del estreno, en el gigantesco cine Ufa-Palast; allí fue la batuta del compositor, Gottfried Huppertz, la que condujo el primer acompañamiento (que sonaba un poco wagneriano y también straussiano); desde entonces y hasta 2012 se sucedieron catorce partituras distintas, incluida la del compositor argentino (antes de ésta, en 1984, se había conocido la celebrada -y polémica de Giorgio Moroder, en clave de rock sinfónico).
Más allá de los alucinantes decorados futuristas y del robot humanoide, tan de la estética de los años veinte (diseños de Erich Kettelhut, concebidos en el horizonte del expresionismo, bajo la República de Weimar), Metrópolis sorprende por la complejidad de cada plano, realizado con implacable sentido de la composición. A este rigor visual-temporal, la invención musical de Matalón se pliega con estricto criterio de banda sonora, esto es, opta por crear atmósferas con combinaciones tímbricas sugerentes, antes que desarrollar líneas melódicas. En el film hay implícitos tempi «musicales» marcados por la duración de un plano o una secuencia; la partitura responde a esta sintaxis no con un mero «comentario», literal o ilustrativo, sino que desarrolla un discurso propio, pero intrínsecamente afín a lo visual.
La renovada andadura sonora que vibró en el Colón posibilita, de este modo, que el viejo film de Fritz Lang renazca, una vez más, como una empecinada, exultante Ave Fénix..
Confluencia fílmico-musical en el Colón. Foto: Teatro Colón
Joya renovada del expresionismo – 25.10.2013 – lanacion.com