Entrar en la cultura con paso de bailarina clásica – Ambito.com

Ambito.com | Política    Viernes 27 de Noviembre de 2015
Entrar en la cultura con paso de bailarina clásica
Por: Marcelo Zapata
Aún sin confirmar todos los cargos de primera línea, la cultura del macrismo enfrenta un territorio minado que deberá pisar, en el período transicional y postrancisional, con pie de bailarina clásica. Con excepción de la Capital, donde gobierna desde hace ocho años, cubrir ahora la nación y la provincia de Buenos Aires, por lo específico de su materia, antes que una suma es una potenciación que puede provocar desde susurros a gritos (como se sabe, la «gente de la cultura» es extremadamente sensible, y sobre todo a ciertos cambios). Hay que recordar que, además de los espacios propios de estas carteras, ahora también se dispone de «aire amigo» en los medios públicos de comunicación, cuyo capitán será justamente la persona que encarnaba el rostro más visible de la cultura del PRO, Hernán Lombardi.

Hernán Lombardi

De allí lo de los pasos de ballet, de los llamados a la conciliación, y de las promesas de pluralidad y carencia de revanchismos (pese a que muchos funcionarios se sigan quejando, aunque más en sordina, de las puertas cerradas que tuvieron durante la gestión K). Al mismo Lombardi, apenas fue confirmado en el ahora Ministerio de Medios Públicos, le molestó que la primera pregunta con que lo bombardeaban los periodistas era si le cambiaría el nombre al Centro Cultural Kirchner, orgulloso emblema del gobierno saliente. «Es cuestión del Parlamento reponerle o no el nombre de Centro Cultural del Bicentenario que deseaba el propio Néstor Kirchner», repitió. Los choques, a veces más propios de las redes sociales que reales, y que para la oposición hasta tuvieron como villano al gauchito revisionista Zamba, empezaron a ser relativizadas, o puestas en segundo plano, por la futura gestión que deberá resolver, primero, cómo distribuye la cultura entre sus propias líneas internas a partir del 10 de diciembre.
La llegada de Pablo Avelluto al sillón hoy ocupado por Teresa Parodi sorprendió a muchos ajenos, aunque no a los propios. El nuevo ministro de Cultura de la Nación no es un recién venido, en términos macedonianos. Además de coordinador del sistema de medios públicos porteños, ya hace más de dos años que sedujo al Pro más profundo con la construcción de un «Diálogo» entre Graciela Fernández Meijide y Héctor Leis, primero en una película y más tarde en un libro. Ex editor de Random House Mondadori, Avelluto publicó las memorias de la ex integrante de la Alianza, «No eran héroes», y forjó a partir de allí un encuentro con el Montonero arrepentido Leis, residente en Brasil, cuya mirada en «Testamento político» era coincidente. Con la dirección de Carolina Azzi y Pablo Racioppi produjo el film documental «El diálogo», que derivó en un libro entusiastamente ensalzado por Jaime Durán Barba, como un modelo político a seguir.
La designación de Avelluto dio por tierra con las especulaciones de la prensa, que veían a Lombardi en Cultura de la Nación, aunque ahora a éste le tocará un frente más caliente, el de los medios públicos (además de ese extraño damero que incluye al CCK y Tecnópolis). En las arenas más ríspidas, el primero debe enfrentar la tarea de bajarle el dedo, tal como anticipó, a la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional de Ricardo Forster, y ver qué hace con el Instituto de revisionismo Dorrego (cuya existencia tampoco parece conmoverlo demasiado), pero Lombardi deberá resolver los nuevos perfiles de la Televisión Pública, Radio Nacional y el resto de los medios, alineados durante años al verbo kirchnerista, y –según su propósito–, con el menor número de «casualties».
La Ciudad ofrecería el panorama menos conflictivo, donde Darío Lopérfido desea retener la dirección del teatro Colón desde su lugar de Ministro de Cultura. Aunque él sigue sin confirmar ni desmentir que será el sucesor de Lombardi, se da por descontado. El anuncio lo haría Horacio Rodríguez Larreta entre lunes y martes. Se habla del anuncio de una descentralización que habiltaría a un ministro, por caso, dirigir un ente autárquico. En pocas palabras, el Colón.
Hay que recordar, además, que el ministro de Cultura de María Eugenia Vidal en la provincia será el larretista Alejandro «Conejo» Gómez, (subsecretario de Gestión Cultural con Lombardi), cuya amistad con Lopérfido se remonta a la adolescencia de ambos. Los dos, también, integraron el gobierno De la Rúa en la ciudad y en la nación (Gómez, en aquellos tiempos «sushi», era jefe de gabinete).
Esto lleva a conjeturar que la entente Lopérfido-Gómez soñaría con algo más que un «Metrobús cultural» que trascienda la General Paz. El ejemplo más claro: durante las gestiones enfrentadas desde 2008, el Colón nunca tuvo ni coproducciones, ni intercambio, ni diálogo con el Teatro Argentino de La Plata, segunda casa lírica del país, y la posibilidad de aprovechar esa bicisenda, impensada hasta hace poco, ha de resultar muy seductora. Pero, desde ya, las inquietudes presupuestarias, sindicales y políticas, también llama a morigerar todo entusiasmo con la prudencia.

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