La ópera no tiene la culpa (con la posibilidad de escuchar voces históricas)

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La ópera no tiene la culpa (con la posibilidad de escuchar voces históricas)
Anfiteatro Eva Perón en Parque Centenario. Buenos Aires, 1950-1953.
Demolido luego del golpe de 1955. Arq. Jorge Sabaté y Dir. de Arquitectura de la Municipalidad de Bs. As.Uso plástico del hormigón armado para formas tridimensionales

Oralia Dominguez & Luisa Maragliano Il Principe Gualtiero Suor Angelica

Luisa Maragliano Senza mamma Suor Angelica

Luisa Bartoletti Son la vecchia Madlon Andrea Chenier

Se trata de un género, el del teatro lírico que no acaba de ser popular entre nosotros. Hasta fines del siglo pasado, su actividad estuvo centrada en el Teatro Colón, poca competencia en el tiempo pudo hacerle el Argentino de La Plata, aunque contribuyó en parte a la posibilidad de una alternativa a la que también se sumó las provenientes de la iniciativa privada que se realizan en el Teatro Avenida.

    Todas tienen en común el acceso con entradas pagas que son considerablemente  onerosas en el Colón. No siempre fue así, por el contrario, en forma temprana el acceso se democratizó a mediados del mismo siglo anterior, sobre todo con el colosal Anfiteatro de Parque Centenario con una capacidad para diez mil personas, alcanzamos a conocerlo en una versión posterior en los años sesenta con representaciones de Tosca con Luisa Sofía y del Tríptico de Puccini donde mi inquietud me llevó a saludar a Luisa Bartoletti, caracterizada como la princesa y tía de la atribulada Suor Angelica (no encontré registro pero si de las que fueron titulares en  ese mismo 1963, la italiana Luisa Maragliano y la eximia mexicana Oralia Domínguez con la dirección de Bruno Bartoletti, Colón).
     Era una posibilidad a la mano y al bolsillo de ver ópera con los cuerpos estables del Colón. Pero también se quemó y recién en tiempos de Alfonsin se pudo ver ópera en el mismo predio con excelentes cantantes como Bernarda Fink en Orfeo y Eurídice o Víctor Torres como el suegro de Violetta en La Traviata, entre otros, pero las instalaciones eran precarias hasta que, en historia más reciente, se reeditó un anfiteatro bastante más pequeño que aquellos colosales y no aptos para la representación de óperas. En síntesis, fuimos para atrás. ¿las razones? 

     La excusa sobre todo para los teatros públicos es el alto costo de las producciones. Ciertamente desde los años sesenta con el florecimiento del género, la aparición de grandes estrellas que lograron importantes honorarios, la ópera empezó si no lo fue siempre a ser también un negocio. Luego, fueron grandes producciones que se venden de un lado para el otro. No constituyeron para el Colón la posibilidad de posicionarse como un generador, si no que más bien compra a alto costo las extranjeras. No hubo ni se ve en el horizonte la decisión de hacerlo, pese a que tiene todas las posibilidades, con lo cual ganarían sus artistas y técnicos, lo mismo que el público.  

    La experiencia del Centro Cultural Kirchner -si bien no es un teatro de ópera- contribuyó en su corta existencia durante el gobierno kirchnerista a difundir el género en forma de conciertos que atrajeron masivamente a un público nuevo que colmó la sala sinfónica de La Ballena y cuyo destino está por verse.      

Publicado 9 hours ago por Enrique Joaquín Sirvén

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