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La cultura puede ser la mejor política exterior
Por Francisco de Santibañes POLITOLOGO (FUNDACION PENSAR)
Apreciamos más el valor que tiene la producción cultural y artística nacional como atractivo turístico que como proyección al mundo.
21/12/11
Es sabido que las capacidades económicas y militares de una nación son quizás los componentes que mayor importancia tienen para determinar el poder de un Estado. No debemos olvidar, sin embargo, que la cultura también es un factor crucial a la hora de influir el comportamiento de otras naciones.
Desde el Imperio Romano hasta Francia y Estados Unidos en la actualidad, las sociedades exitosas han utilizado sus valores y cultura para lograr que otras naciones actúen de una manera que favorezca sus intereses. La sofisticación de la cultura francesa y la industria del entretenimiento estadounidense, por ejemplo, han transmitido una visión del mundo que ha vuelto más atractiva las iniciativas tomadas por sus gobiernos. Más allá de la política, al lograr que los extranjeros quieran interactuar con la sociedad de uno, el poder cultural también promueve el crecimiento económico. El impulso al turismo y la apertura de nuevos mercados son sólo algunos ejemplos de cómo se da este proceso.

Argentina cuenta en este sentido con una ventaja comparativa: la influencia cultural de nuestro país en América latina es enorme. La literatura de Borges y el Teatro Colón son sinónimos de sofisticación cultural, mientras que la música, el fútbol y los programas de televisión argentinos son parte de la vida de millones de latinoamericanos. Esto, sumado al hecho que compartimos un mismo idioma con la mayoría de nuestros vecinos, nos brinda un poder cultural que debemos aprender a utilizar como instrumento de política exterior. ¿Qué debemos hacer entonces para desarrollar este potencial?
Algunas iniciativas que podría llevar adelante el Estado para promocionar la cultura argentina son la creación de embajadas culturales en las principales ciudades del exterior y el posicionamiento de Buenos Aires como capital cultural y educativa de América latina.
Asimismo, el Gobierno podría establecer programas de becas para que estudiantes calificados de otros países vengan a formarse a nuestras universidades. Por último, la creación de cátedras para el estudio de Argentina en los centros de estudio más prestigiosos del exterior nos permitiría fomentar el conocimiento del país entre las clases dirigentes de otras naciones.
Pero para que esta estrategia funcione, lo primero que tenemos que hacer es definir qué rol queremos jugar en el mundo y cuáles son nuestros intereses. En este sentido, debemos recuperar la confianza en Argentina, sabiendo que formamos parte de organismos clave -como el Grupo de los 20- y contamos con recursos naturales que nos pueden convertir en un jugador de peso a nivel internacional.
Una vez logrado esto podremos definir qué mensaje necesitamos transmitirle al resto de las naciones.
La cultura puede ser la mejor política exterior

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