ENTREVISTA: DARÍO LOPÉRFIDO | “El populismo atenta contra la sofisticación del pensamiento” –

Miradas al Sur
ENTREVISTA: DARÍO LOPÉRFIDO | “El populismo atenta contra la sofisticación del pensamiento”
Guillermo E. Pintos 28/06/2015
Antes que otra cosa, Darío Lopérfido es un amable conversador, sobre todo si de música (y teatro, cine y libros) se trata. La impresión queda certificada después de su diálogo con Miradas al Sur, en donde el actual Director general del Teatro Colón, notorio (tal vez a su pesar) funcionario cultural de las gestiones De la Rúa, primero en la Ciudad y luego en la Nación, se permitió hablar de una variada gama de cuestiones, relacionadas con su actual trabajo

ENTREVISTA: DARÍO LOPÉRFIDO | “El populismo atenta contra la sofisticación del pensamiento”

tanto como con su polémico pasado político. Pasaron 15 años de aquel tiempo suyo en el centro del poder de turno, durante el efímero y accidentado gobierno de la llamada Alianza que terminó ya se sabe cómo. Sin embargo, desde que asumió de manera más o menos sorpresiva al frente del mayor coliseo lírico de América latina y uno de los más prestigiosos del mundo, regresó al centro de la escena pública, esta vez de la mano de la gestión cultural de origen radical que integra desde 2008 el gobierno de Mauricio Macri y el PRO. En ese lugar en el que muchos pierden la compostura, Lopérfido parece estar naturalmente cómodo. Otra vez. Sin rencores, sin culpas, sin arrepentimientos, asume con cierta naturalidad que se le pregunte por aquellos días de diciembre de 2001. Entonces, responde de acuerdo a su percepción de los hechos citados y lanza sus dardos dialécticos (ver abajo). También se permite ser punzante y algo provocador en algunas opiniones sobre la gestión cultural nacional desde 2003. Y, por supuesto, pasa el aviso sobre las intenciones de su gestión al frente del Colón. Gestión que no llegará a cumplir un año. Asumió en febrero y deberá dejar el puesto, de no mediar una continuidad política, el 10 de diciembre.

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“Independientemente de lo que vaya a pasar en la Ciudad, estoy trabajando en el día a día pero básicamente preparando la temporada 2016”, dice en una ofician amplia y minimalista, mientras desde los pequeños parlantes de una Macbook posada en su escritorio sale música clásica de fondo.

–¿Qué le sorprendió de este mitificado mundo de la música clásica?

–Es todo más organizado, más formal. Sobre el mito del divismo, tengo que decir que después de haber conocido músicos de rock, nada me sorprende. La verdad es que resulta muy impactante todo esto: con una estrella indiscutible en el mundo de la música clásica, el nivel de diálogo es infinitamente más simple, lo mismo que el nivel de pretensiones. Me parece que eso del divismo era antes. Creo que el mundo del pop (hablo del pop como un genérico cultural), desde hace varias décadas al presente, generó que el ambiente de la música clásica sea mucho más normal. Quiero decir, no se encuentran las pretensiones que aparecen en el mundo del rock. El de la música clásica es un mundo más “artístico” diría.

–¿Estar en esta posición es para usted una especie de graduación?

–Sí. Pese a que se supone que en mi vida ocupé cargos que, en rango al menos, son superiores: fui secretario de Cultura de la Nación. Es curioso pensar, desde mi propia impresión, lo que produce este lugar: lo vivo como el cargo más relevante de mi vida cuando tuve otros más importantes. Hay algo que tiene que ver, en ese sentido, con el imaginario que yo tengo del Colón y lo que significa para mí este lugar.

–¿Cuál es su opinión sobre la fallida presentación de Martha Argerich en el Centro Cultural Néstor Kirchner?

–Me enteré por los diarios. Pero si me preguntan qué creo que pasó, yo digo que anunciaron algo sin tenerlo muy
atado. Aquí hablo como productor de espectáculos con bastante experiencia en el tema. La noticia de anuncio era un poco difusa, decía “viene Martha para un Festival Argerich”. No era un programa concebido ni organizado como tal. Sobre las cifras que leí, así como no hago caso a las operaciones que me pueden hacer a mí mismo, no me sonaban reales. Tampoco le presto atención a que Martha Argerich llegue a cobrar 100 mil dólares. Entiendo que la difusión de cifras pasa porque hubo malas prácticas en estas cuestiones. Y si alguien me pregunta cuánto cobra ella, busco el contrato y se lo muestro, los contratos son públicos. Pero tampoco considero que ése haya sido el problema. Creo que el Gobierno se autoinfligió un daño: construyó un lugar fabuloso pero le puso el nombre que le puso. De toda esa tontería que habla de la “grieta” y todo eso, no hablo. Pero existe. Si en París se acaba de inaugurar un edificio monumental de Jean Nouvel y le pusieron Filarmónica de París, y acá un centro cultural se llama Néstor Kirchner y tiene una exposición de Evita, eso genera reacciones virulentas del otro lado. Hay un montón de gente, entre la cual me incluyo, que piensa que pagó impuestos para que se construya este lugar. Podría tener otro nombre, Auditorio Nacional, no sé. Algo que intrínsecamente es muy bueno, reformar el edificio del Correo que es emblemático, comprar pianos Steinway, que la Sinfónica Nacional tenga una sede, se opaca a sí mismo instalando la discusión en el nombre del lugar. Ese daño no se lo hizo nadie, se lo autoinfligieron.

–Criticó al populismo diciendo que “atenta” contra la cultura. ¿Por qué?

–Surgió cuando me preguntaron qué pensaba sobre la gestión cultural de este gobierno. Yo respondí que había cosas que estaban bien, otras mal. Veo y me gustan algunos programas del canal Encuentro, otras veces no me gusta cuando se dedican a hacer propaganda política. Y decía también que no lo podía analizar como gestión, porque para mí después de un tiempo de populismo los países sufren una baja en el nivel cultural. El populismo es una idea que va contra la sofisticación del pensamiento, y yo creo en la exigencia en material cultural. Me gusta usar una frase de Gerard Mortier, director de la ópera en Bruselas, París, Madrid, que decía “al teatro se viene a pensar”. Por eso creo que el populismo ofrece las cosas más o menos resueltas en términos de satisfacer necesidades de entretenimiento: ver Fútbol para todos o un recital gratuito de cumbia organizado por un municipio. Eso supuestamente hace la vida mejor. Ahora, el dinero que se gastó en una cosa se puede gastar en otra. Es como decir, ¿qué es mejor? Cuando hablo de populismo, además, muchos salieron a decir que lo mío era un ataque al kirchnerismo. Yo hablo de sociedad populista, porque si bien el Gobierno es populista también es un genérico. En todo caso, este gobierno es parte del problema.

–El Colón es un monumento nacional, pero también, para cierta idea más o menos instalada en el imaginario colectivo, un lugar elitista, propio de clase alta. Incluso aburrido, ¿es consciente?

–Lidio, creo, con dos prejuicios bravos: que el Colón es aburrido y que es caro. Tampoco el Colón es de clase alta. Cuando yo era un pibe de 18, 19 años, y vengo de clase baja, venía al paraíso como viene mucha gente. Y a medida que fui teniendo mejores trabajos, fui bajando hacia mejores ubicaciones. El Teatro tiene para cualquier función entradas mucho más baratas que las de cualquier espectáculo, muchas veces malísimo, que se presenta en un teatro de la avenida Corrientes. La Filarmónica de Buenos Aires se presenta y la entradas cuesta 80 pesos, menos que el costo de una popular para ver un partido de fútbol. Y sobre el prejuicio de clase, estamos empleando la idea de abrir el teatro a distintas clases de público, de otros universos, a través de algunas acciones como por ejemplo programar funciones en conjunto con los festivales de cine, de tango, de teatro. También abrimos los ensayos generales de la Filarmónica con entrada libre y gratuita, y para los que no conocen cómo es esto, los ensayos son tal cual una función, sólo que los músicos están vestidos de calle… Lo que más me interesa es que venga público más diverso.

No creo que sea aburrido: en una opera hay 80 músicos tocando en vivo, 60 coreutas cantando, una escenografía espectacular en un escenario de 25 metros y un teatro fastuoso. Lo vivimos con El lago de los cisnes, que tuvo funciones con entradas a precios muy populares, 100 pesos promedio. La gente salía eufórica, era un programón único en Buenos Aires. Después, claro, tenemos la puesta de Parsifal, de Wagner, que dura seis horas, ahí tal vez no hacemos una promoción intensiva porque le interesa a un público especializado. Es lo mismo que elegir las baladas de Miles Davis o un disco de free jazz de Ornette Coleman para poner en un cumpleaños. En un caso será una música agradable para compartir una reunión de amigos y en el otro es para escuchar con atención y tal vez en silencio.

Siempre cito al musicólogo Esteban Buch, que afirma que el hit más grande la historia de la música es la Novena Sinfonía, de Beethoven. Es el himno de la alegría, al escucharla la gente se emociona, se enfervoriza, se pone de pie, canta. No tiene nada de aburrido. Este mundo no tiene nada de aburrido.

Diciembre 2001, según Darío Lopérfido

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No tengo ningún problema con la opinión de los demás, no me pasa nada. Tampoco necesito ocultar mi pasado, ese debe ser el problema para algunos. A mí que me vengan a decir quién integró el gobierno de la Alianza, del gobierno actual tengo una lista larguísima de funcionarios. Yo no tuve problemas con acusaciones de enriquecimiento ilícito ni nada de esas cosas. Entonces, ok, yo estuve en ese gobierno como estuvieron todas estas personas… En donde no estuve fue en el gobierno de Menem, como varios de los que me critican”, dispara Lopérfido cuando se habla de su participación en el fallido gobierno de Fernando De la Rúa y su papel protagónico en la toma de algunas polémicas decisiones, según se le atribuye. Como que corredactó el discurso de declaración de estado de sitio con el hijo presidencial y su amigo personal, Antonio. “Es una imbecilidad muy grande, jamás me ocupé de aclarar eso.

Es insólito… Y si hubiese escrito ese último discurso, lo diría. Ni siquiera estaba. Hubo operaciones de baja estofa, yo recomiendo que se lea el libro de Ceferino Reato Doce noches, ahí se van entender mucho lo que pasó en esos días. En realidad, nunca discutí una operación. Terminó el gobierno de la De la Rúa y me fui a trabajar a España, chau. Incluso me acuerdo que cuando se cumplía un aniversario de la caída del gobierno, el diario Clarín había publicado un suplemento. Ahí había una foto mía con Antonio, al lado del escritorio, se supone que escribiendo… ¡Pero era una foto de la asunción! Perdón que use esta palabra, coincido con quienes dicen que no hay palabra que implique la rotundidad de decir que algo es una pelotudez. Que alguien diga que yo dirigía la Policía durante los disturbios de Plaza de Mayo, la verdad no tengo tiempo mental para discutirle. No sé si es un error mío o no, que alguien haga una operación y la titule “Darío y Antonito escribieron” y yo no lo aclare, o no lo haya aclarado nunca. La verdad, no me interesa. A veces, en la Argentina se plantean estas discusiones imbéciles de las cuales no quiero participar por precepto intelectual. Si alguien confunde una foto de la asunción con el discurso de anuncio del estado de sitio, tengo tan poco interés en su capacidad intelectual que no tengo tiempo de discutir.

ENTREVISTA: DARÍO LOPÉRFIDO | “El populismo atenta contra la sofisticación del pensamiento” –

2 comentarios en “ENTREVISTA: DARÍO LOPÉRFIDO | “El populismo atenta contra la sofisticación del pensamiento” –

  1. Programando para el 2016, y si se va en diciembre 2015, quedarán los sueldos paupérrimos de los artistas estables; el mismo maltrato que en la gestión anterior, y claro, si se va, se va…y así estamos. A nadie le importa nada, y nadie se hace responsable de nada. Los 5 minutos de fama, ya los tuvo. Lamentable

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  2. Otro hdp y van….. toda su crìa con el corrupto de Malinovsky a quien Capato se sacò de encima de Cultura a pedido de Lombardi y el maltrato a toda la administracion, ENFERMOS !! y los sindicatos ni mueven un pelo.

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